1 de junio de 2017

La educación en 2030

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        ¡Pi-pi-pi! ¡Pii-pii-piii!

       ¿Es el despertador? ¡Qué dolor de cabeza! Anoche estuve corrigiendo los exámenes hasta bien entrada la madrugada y no me pude preparar las clases de hoy. ¡Qué locura! Diez años en la docencia pero sigo diseñando mis interacciones en el aula como si fuera una novata. A ver si por fin ponen en marcha el “arma secreta del profesor”, de la que están hablando desde hace tres años. ¡Ups! ¡Me he ido de la lengua! 😇 ¡Tampoco ya es un secreto!

       Hace unos cinco años un gracioso decidió vengarse de los profesores (por lo de siempre: que si no hacemos nada, que si tenemos muchas vacaciones…) y diseñó un programa que sustituía al humano por un profesor virtual. Fue un año muy caótico. Miles de docentes en el paro, protestas por todas las partes… A las protestas de los profesores se unieron las de los padres… ¿Y los padres por qué? ¡Porque las máquinas no tienen sentimientos! Es inútil culparlas del fracaso de tus hijos. Las máquinas no detectan con una sola mirada que a su alumno le está pasando algo. Tampoco se adaptan a la diversidad de las aulas...

       Y como no hay mal que por bien no venga, salimos ganando los profesores. Eso sí, nos hicimos de rogar bastante antes de volver. Era el momento justo para reclamar nuestros derechos.

     Así que a estas alturas del 2030 tenemos las escuelas mejor equipadas: hay un ordenador para cada dos alumnos y prometen uno por alumno para 2040. Las clases son menos numerosas para poder atender a todos. Y tenemos una hora lectiva menos para poder formarnos.  Para no desperdiciar la inversión en los profesores virtuales, nos prometieron hasta 5 sesiones de “profesor de sustitución” por año (dependiendo de los méritos, claro) para los asuntos propios. Pero, de momento, nos siguen dando largas. Aunque el hecho de que el profesor ahora es una figura respetada ya es un logro muy considerable.

        ¡Pii-piii-piiii! ¡Piiii-piiii-piiii!

      ¡Dichoso despertador! Hoy es sábado y falta un mes para las evaluaciones todavía. ¿Qué estaba soñando?- pienso mientras tomo mi primer café de esta mañana. – Definitivamente, necesito unas vacaciones. Aunque no estaría mal esta función de “profesor de sustitución”, ¿a qué no?

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